lunes, 8 de diciembre de 2014

Lírica tradicional medieval


 Lírica tradicional medieval
 Villancico
 

Poema popular tradicional compuesto generalmente por versos octosílabos o hexasílabos, distribuidos según el  esquema: 

a) Estribillo de dos o cuatro versos, que anuncia el tema.
b) Mudanza, constituida por una estrofa (o varias) de 4 versos, que frecuentemente es una redondilla (8a,8b,8b,8a)

c) Vuelta o enlace: un verso de enlace y uno o dos versos que repiten total o parcialmente el estribillo.

Verde verderol                     Estribillo
endulza la puesta de sol 


Palacio de encanto                Mudanza

el pinar tardío 
arrulla con llanto 
la huida del río 

Allí el nido umbrío                Verso de enlace (rima con la mudanza)
tiene el verderol:              
   Versos que repiten el estribillo
Verde verderol
endulza la puesta de sol

(Juan Ramón Jiménez) 

Zéjel




Poema de origen arábigo-español proveniente de la moaxaja, formado generalmente por versos octosílabos, distribuidos según un esquema similar al del villancico: 

a) Estribillo de uno o dos versos
b) Mudanza, tres versos monorrimos;
c) Verso de vuelta: un solo verso que rima con el estribillo. 


Esquema métrico: aa bbb a

Las diferencias con el villancico residen en que la mudanza del zéjel son tres versos monorrimos y en villancico es una redondilla (u otra estrofa de cuatro versos). Además el estribillo zejelesco suele ser de dos versos, mientras el del villancico es de tres o cuatro. 

 
Pez verde y dulce del río,        Estribillo
sal,escucha el llanto mío:      
Rueda por el agua, rueda,       Mudanza que no me queda moneda;
sedal tampoco me queda...
llora con el llanto mío.             Verso de vuelta (rima con estribillo)

(Rafael Alberti, El pescador sin dinero)


Canción de amigo galaico-portuguesa
Poesía tradicional galaico-portuguesa que se desarrolla entre los siglos XII-XIV (como la lírica tradicional castellana). Poemas formados por versos de arte menor (habitualmente octosílabos o decasílabos), de rima consonante con paralelismos que enlazan las estrofas. Los recursos más característicos son el paralelismo y el leixaprén
 
Ondas do mar de Vigo,
Se vistes meu amigo?
E ai Deus! Se verrá cedo!
Olas del mar de Vigo,
¿Visteis a mi amigo?
¡Ay Dios! ¿Vendrá pronto?


Ondas do mar levado,
Se vistes meu amado?
E ai Deus! Se verrá cedo?
Olas del mar agitado,
¿Visteis a mi amado?
¡Ay Dios! ¿Vendrá pronto?


Se vistes meu amigo
o por que eu sospiro?
E ai Deus! Se verrá cedo?
¿Visteis a mi amigo,
por quien yo suspiro?
¡Ay Dios! ¿Vendrá pronto?


Se vistes meu amado,
por que ey gran coitado?
E ai Deus! Se verrá cedo?
¿Visteis a mi amado,
quien me tiene tan preocupada?
¡Ay Dios! ¿Vendrá pronto?
Martín Codax

Villancico                                                            Zéjel
                                                           
Ya cantan los gallos
amor mío y vete;
cata que amanece.
Vete, alma mía,
más tarde no esperes,
no descubra el día
los nuestros placeres.
Cata que los gallos,
según me parece,
dicen que amanece.

Malferida iba la garza
Enamorada:
Sola va y gritos daba.
Donde la garza hace su nido,
ribericas de aquel río,
sola va y gritos daba.

viernes, 5 de diciembre de 2014

El hereje, Miguel Delibes


CONCEPTOS PREVIOS PARA ENTENDER MEJOR LA OBRA:

Erasmo de Rotterdam
Martín Lutero. Calvino
Protestantismo
Concilio de Trento. Contrarreforma
Inquisición (Santo Oficio)
Índice de libros prohibidos
Herejía
Alumbrados (iluminismo)
Conventículos

ENLACES INTERESANTES

Miguel Delibes

Entrevista a Miguel Delibes

Claves para leer a Miguel Delibes

El País, 20 de octubre de 1999. "Miguel Delibes obtiene el Premio Nacional de Narrativa con su libro El hereje"

Exposición. El viaje de los libros prohibidos

ABC, 11 de marzo de 2011. "Un año sin el maestro Delibes"

DISCURSO EN LA RECEPCIÓN DEL PREMIO CERVANTES

(PRINCIPIO DEL DISCURSO:)

 "Heme aquí, en esta histórica ciudad de Alcalá de Henares, tratando de decir unas palabras, trescientos setenta y ocho años después de que don Miguel de Cervantes Saavedra, nacido en ella, dijera discretamente la última suya antes de enmudecer para siempre. ¿Para siempre? El simple hecho de que hoy nos reunamos aquí, en esta prestigiosa Universidad, para honrar su memoria, demuestra lo contrario, esto es que don Miguel de Cervantes Saavedra no ha enmudecido, que su palabra sigue viva a través del tiempo, de acuerdo con el anhelo de inmortalidad que mueve la mano y el corazón del artista.

Con motivo de la concesión de este premio, se han vertido en los papeles lisonjas y gentilezas que, aunque de una manera vaga, trataban de emparentar mi obra o mi persona con las de don Miguel, atribuyéndome cualidades que como la tolerancia, la piedad, la comprensión pueden ser indicativas de nobleza de carácter, pero no ciertamente manifestaciones de talento creador. El gran alcalaíno es único e inimitable y a quienes hemos venido siglos más tarde a ejercer este noble oficio de las letras apenas nos queda otra cosa que proclamar su alto magisterio, el honor de compartir la misma lengua y el deber irrenunciable de velar por ella.

Hay personas que no comprenden que yo sienta al recibir este Premio Cervantes por "una vida entregada" a la literatura, un poso de melancolía, cuando, bien mirado, no creo que pueda ser de otra manera. Entregada a la literatura o no, la vida que se me dio es una vida "ya" vivida y, en consecuencia, el premio, con un reconocimiento a la labor desarrollada, envuelve un agradecimiento por los servicios prestados que no es otra cosa que una honorable jubilación. Cuando Cecilio Rubes, hombre de negocios y protagonista de mi novela Mi idolatrado hijo Sisí habla en una ocasión de la edad de su contable dice: "Si yo tuviera setenta años me moriría del susto". Y he aquí que esta frase que escribí cuando yo contaba treinta y dos y veía ante mí una vida inacabable, se ha hecho realidad de pronto y hoy debo reconocer que ya tengo la misma edad que el contable de Cecilio Rubes. ¿Cómo ha sido esto posible? Sencillamente porque si la vida siempre es breve, tratándose de un narrador, es decir de un creador de otras vidas, se abrevia todavía más, ya que éste antes que su personal aventura, se enajena para vivir las de sus personajes. Encarnado en unos entes ficticios, con fugaces descensos de las nubes, transcurre la existencia del narrador inventándose otros "yos", de forma que cuando medita o escribe, está abstraído, desconectado de la realidad. Y no sólo cuando medita o escribe. Cuando pasea, cuando conversa, incluso cuando duerme, el novelista no se piensa ni se sueña a sí mismo; está desdoblado "en otros seres" actuando por ellos.